´Hoy os dejo una breve
historia que presenté a un concurso de microrrelatos, curiosidades de la vida,
he quedado finalista. A ver si la próxima vez quedo como ganadora.
Que tengáis unas buenas
vacaciones y nos vemos a la vuelta. Un beso
Al sur del planeta existe un país. En el país hay
una gris ciudad y en su corazón, un edificio morado. En lo alto del edificio
una azotea, y en ella se escucha un quejido semejante al ulular de un búho. Quien
se lamenta es la cuerda de tender de nailon verde, que solitaria se agita con el
viento al atardecer.
En el mundo existen un sinfín de cuerdas, y ella lo
sabe. Las hay blancas de algodón,
metálicas y de alambre, conoce a
cuerdas que se extienden en pleno prado y a otras que viven encerradas en los
patios de luces.
Ella se sentía especial, un día el vecino del quinto
la escogió de entre las decenas de
cuerdas que había en el supermercado. Desde entonces su hogar fue la azotea, allí era feliz acompañada por
los pájaros y la ropa de toda la comunidad. Pero hoy, con el pasar de los años,
la cuerda gastada y deslucida, se
encuentra más sola que nunca. Nadie la usa para tender, los vecinos tienen
miedo a que se rompa con un soplo de viento.
A quien más echa de menos es a sus amigas las pinzas, a
las de madera y plástico, que tienen el mismo trabajo, pero son bien distintas.
Las pinzas de madera son muy sabias, cuentan
historias sobre bosques y animales; han
viajado tanto que hablan todas las lenguas del mundo.