Botón era un conejo normal, cola de algodón y orejas sonrosadas; pero él
deseaba algo más. Mientras que los
conejos del bosque solo pensaban en comer zanahorias y lechuga; Botón soñaba
con saltar, muy alto hasta las nubes y poder volar.
Todas las mañanas en lugar de buscar comida, el
conejo saltarín salía a brincar; botaba
y botaba y no paraba ni para merendar. Llevaba de cabeza a todos animales de
bosque, cansados los tenia ya, en especial al topo que todos los días el tejado de su casa tenía que arreglar.
Un día Botón subió a la montaña más alta y allí comenzó
a saltar. Y entre brinco y bote en la luna se fue a fijar; allí estaba ella llena de lágrimas, apagada y sin fuerzas para brillar.