19 enero 2014

MI razón para escribir



Imagen Google

La razón para escribir, o al menos la mía, es abrir las puertas de la imaginación a lo que me rodea. Recrear ese mundo interior que sólo los que los exploran saben encontrar y expresar.
Mucho se ha hablado de las musas, en mi caso musos. Mucho de ellos se ha contado y algunos no lo encuentran nunca. Pero creo ciertamente, que la inspiración está donde menos lo esperamos, en las pequeñas cosas que hacen que la vida sea tan bella.
Podemos hallar tema para un libro en una simple gota de agua , en el cantar de un ave extraña, o en el descubrimiento de algo diferente en un rincón que no sabemos cómo ha llegado allí.
Los duendes están continuamente llamando a la puerta de nuestro cerebro, pero cada uno los entiende a su modo. Unos tienen dotes para la cocina, otros para el canto, unos para el deporte y otros tienen gracia para contar chistes. Todos ellos en conjunto son los que hacen al mundo diverso y rico.
No hace mucho, caminando por la calle, sin mp3, sin móvil, sin prisa y sin vergüenza (que es como se debe caminar); escuché el graznido de una gaviota. ¿No debía estar allí?, ¿no vive cerca del mar? Sobrevolaba un jardín con lago de ciudad y patos urbanitas, y pensé que debía ser una gaviota de agua dulce. Mi cabeza comenzó a inventar historias, relatos de un huevo huérfano, de una garza perdida, de una gaviota criada por el sol y la luna. De un bello reencuentro entre dos aves que vagan sin rumbo, que aprenden a vivir de manera distinta a lo que se presupone ser una gaviota o una garza.
Este sábado, entre conversación y caña, caña y conversación, alguien comentó un recuerdo escolar. Los miércoles de ceniza, los alumnos del colegio iban a misa para después continuar sus clases de matemáticas o música con la ceniza en la frente. Me abstraje de la conversación (como siempre últimamente) y pensé cómo sería la experiencia de un niño extranjero, de cualquier otra religión, que llega a un colegio español y se encuentra con el resto de la clase en esa situación. ¿Qué pensaría?, ¿cómo viviría ese día diferente? .De nuevo comencé a inventar una historia, llena de humor en esta ocasión, que otro día os contaré.
Conforme van pasando los meses, me voy dando cuenta, de que en la cabeza tengo infinitas historias por contar. Historias que me sanan al escribirlas, que viven en el papel y que transmito a los demás y que cada uno interpreta de modo distinto. Siendo egoísta, me sirven de método de escape, de terapia para expresar esa vida que llevo dentro y cuyo fin es “ tener algo que contar”.
¿Acaso la cultura no nació para expresar? Pues animémonos a encontrar nuestra propia voz, sea haciendo ganchillo o siendo la persona con la cabeza más grande del mundo. Busquemos nuestros propios musos, aunque sea haciendo castillos de naipes.
Para terminar os quiero regalar un relato, porque me da la gana, no siempre hay que tener una razón para hacer sonreír a los demás. Os dejo el enlace al texto, ya que va a concurso y no debe estar publicado en ningún medio. ¡Qué lo disfrutéis!. Un superhéroe con gafas

10 enero 2014

Canciones infantiles "Gran Reserva"


Musical tree on a dark blue background. A vector illustration Stock Photo - 8986247
aleksander1
Desde siempre los cuentos infantiles han hecho a los niños soñar, imaginar otros mundos y conocer en el que viven, por medio de cientos de historias. La imaginación produce adultos creativos, capaces de solucionar cualquier revés de la vida.
Para que nuestros pequeños sean despiertos, preparados y con ilusión, debemos dejarlos crecer con sueños. No sólo los cuentos les ayudarán desarrollarse felices, también la música despertará su lado creativo.
“La música amansa a las fieras” dice el refrán. Lo cierto es que la música acerca a las personas, haciéndoles más sociables en el momento en que suena. En el caso de los niños, les da seguridad, armonía, y confianza al compartir las canciones con sus semejantes.
Por ello, quiero dejaros algunas canciones que marcaron época (o al menos que a mí me encantan). Para que, desempolvemos parte de nuestra niñez, compartiendo nuestro “niño interior” con los pequeños que tenemos más cerca.


  • El barquito de cáscara de nuez ( versión Miliki, Emilio Aragón,Miguel Bosé)

  • La canción del jardinero (de la GRAN Maria Elena Walsh)