¡Hola Hilander@s! El verano
casi se nos va y después de unas largas y merecidas vacaciones, vuelvo con una
nueva historia. Un cuento sencillo, de los que llenan con la belleza de las
pequeñas y grandes cosas, de un amor que no entiende de razas y tamaños.
He disfrutado mucho escribiéndola
y espero que os guste. Un besazo y prometo volver pronto, hilando cuentos nuevos.
Una
pequeña gran historia
Fte. http://zooomr.blogspot.com.es |
En lo alto de la Montaña de
Coral, vivía un gigante llamado Floro. Era enorme como un rascacielos, con los
ojos redondos como huevos de avestruz y los brazos largos como aspas de molino.
A los pies de la Montaña de
Coral, vivía un hada llamada Flor. Era tan pequeña como un dedal, tenía los
ojos rasgados como vainas de canela y las manos diminutas como cabezas de alfiler.
Por las mañanas, desde lo
alto de la Montaña de Coral, Floro se asomaba a los acantilados y miraba al vacío.
Veía los bosques del tamaño de bastoncillos para los oídos, las casas como cáscaras
de nuez, los ríos como hilos plateados y a los animales como figuritas del
Belén.
Por las mañanas, desde los
bajos de la Montaña de Coral, Flor miraba hacia las cumbres rocosas. Veía los bosques
como enormes cuellos de jirafa, las casas como gigantes catedrales suspendidas
en las rocas, las gotas de lluvia como enormes lágrimas y a los animales como
gigantes dinosaurios.
Floro dentro de su mundo
enorme, recorría lo alto de la montaña en una sola zancada, bebía un barril de
agua de un solo trago y comía ensaladas en platos enormes como la luna.
Flor en su mundo diminuto,
rodeaba los bajos de la montaña dando dos mil pasitos, bebía una gota de agua
de un solo trago y comía ricas hierbas en pequeños platos de cascara de maíz.
Un día el viento sopló en la
Montaña de Coral. En la casa de Floro, el aire se colaba por las ventanas como
si fuese el canto de grillos. En la casa de Flor, el viento se colaba por las
ventanas como si fuese un gran estornudo.
Cuando el viento soplaba en lo alto de la Montaña de Coral, la casa de Floro permanecía en pie y rígida. Cuando el viento soplaba en lo bajo de la Montaña de Coral, la casa de Flor se doblaba como los juncos y se estiraba como el chicle.
Aquella noche, el viento bufó tanto a los pies
de la montaña, que la casita del hada fue arrastrada por los aires hasta lo
alto de la Montaña de Coral.
A la mañana siguiente, Floro
encontró en su maceta de margaritas, una casita hecha de cerillas y en su interior, un
hada pequeña como un dedal.
Desde el mismo momento en
que los ojos de huevo de Floro, se cruzaron con los ojos de vaina de Flor; surgió
entre ellos el amor.
Durante días, el gigante le
enseñó al hada, la luz del infinito cielo estrellado. El hada enseñó al gigante,
lo hermoso del paso lento de un caracol. Floro daba enormes abrazos con su dedo
meñique y Flor diminutos besos de mariposa. Él mostró la belleza del mundo en
cuatro zancadas y ella la delicadeza de un paseo lento.
Uno la inmensidad del mar,
otra el relajante nado de los peces. Uno los majestuosos animales de la tierra,
otra la maravillosa espera de la maternidad. Uno la pasión infinita de los
enamorados, otra la tranquilidad paciente de la lectura.
Poco a poco, pasó largo el
tiempo. Flor y Floro tuvieron una preciosa niña mediana, a la que llamaron
Flora. La niña cabía en la mano de un gigante, tenía los ojos rasgados como las
vainas de canela, mejillas redondas como huevos de avestruz y labios colorados
como el coral.
De lo que sucedió el resto
de sus vidas, es un misterio que se guarda en lo alto de la Montaña de Coral.
Allí Floro, Flor y Flora, viven su enorme historia. De vez en cuando bajan de
la montaña, disfrutando de los pequeños momentos que les regala la vida.
Que sorpresa, no me había enterado que habíais vuelto tus cuentos y tu! Que bonita me imagino al Hada tan minúscula. Que bonito es todo lo pequeño , verdad? y que frágil... En ocasiones es incluso sencillo sentirse asi... Un besote y bienvenida!
ResponderEliminarKabu! menudas vacaciones me he pegado. La verdad que las necesitaba, al igual que escribir un poquito para que no os olvidárais de mí,.
EliminarLa verdad que las cosas sencillas pasan desapercibidas, pero se disfrutan más intensamente. Un beso y hasta pronto
Un cuento muy bonito. ¡Felicidades!
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias Marisa. Seas bienvenida, aquí tienes tu casa. Un beso
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